122 no es un número primo, porque es par. Tampoco es un número redondo, porque no acaba en cero. Ni siquiera (por muy poco) es un cuadrado perfecto. Nunca vas a encontrar una lista con las 122 mejores películas de la historia del cine o con las 122 mejores canciones del momento. No sucedió nada excepcional en el 122 a.C. ni en el 122 d.C. En la famosa película de Disney, sólo había 101 dálmatas. La tabla periódica se detiene (hasta nuevo aviso) en el elemento Z = 119. Por más que investigo, 122 no parece ser una cifra importante por nada concreto ni para nadie.
A pesar de todo, para mí es un número que significa mucho y no voy a olvidar nunca. Hoy hace 122 días que me embarcaba una nueva aventura, y esa aventura termina hoy.
En 122 días hay tiempo más que suficiente para muchas cosas, pero a mí se me han hecho muy cortos. Cuando haces lo que más te gusta y te diviertes, el tiempo pasa deprisa. Cuando lo haces con gente que merece la pena, demasiado deprisa.
Aunque estoy triste porque esto se acaba, me siento satisfecho por lo mucho que he disfrutado, todo lo que he aprendido y la gente que he conocido. Espero no haber decepcionado a nadie y haberme equivocado lo justo y necesario.
Aunque estoy triste porque esto se acaba, me siento satisfecho por lo mucho que he disfrutado, todo lo que he aprendido y la gente que he conocido. Espero no haber decepcionado a nadie y haberme equivocado lo justo y necesario.
Una vez leí que cuando no quieras decir adiós, lo mejor es decir gracias. Así que 122 veces gracias.
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